No me canso de contar los orígenes de La Platanera,de decir a los que vienen a conocer el taller o a participar en algún curso, que esto antes era el alborio (modo isleño) donde mis abuelos dejaban sus aparejos y demás cachivaches para ir a pescar. Que es pequeño,pero no le falta de nada. Que aquí se viene a aprender y a perder el miedo,a experimentar y darse la oportunidad de hacer lo que nos gusta o al menos averiguarlo. Que no hacen falta máquinas grandes ni un local a pie de calle para contar. Que aquí tengo un pequeño jardín y un limonero que ya regalaba limones como sandías antes de que yo naciera. Que a veces,todavía se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en mis abuelos,que ya no están y que sin imaginarlo, me han dejado un espacio como este por el que estoy tan agradecida. En la familia que tengo, que siempre me ha apoyado y en que con ganas sí se puede. Que no paro de recibir gente interesante que se sale de la forma cuadriculada de ver y hacer el mundo. Como la que sale en esta foto del curso de este sábado de encuadernación.
Y eso para mí no se mide en metros cuadrados,ni en euros. Gracias por estar ahí.
Abrazo platanero.

 

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